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Yachting & Océanos

Foto del escritorDario D'Atri

America´s Cup, la regata de espías y barcos voladores

Es la competencia deportiva vigente más antigua de la humanidad. Desde 1851 a la edición actual en Barcelona, una regata que enfrenta a países y desata pasiones extremas. Aquí un adelanto de la nota que publicamos en el diario Clarín de Argentina.


Accede a la nota completa en Clarin.com: https://bit.ly/4cYGKvl


En 1851, cuando la goleta América partió de Nueva York hacia la Isla de Wight, en Inglaterra, a esa capital universal de la vela, nadie imaginó que el desafío inglés a los norteamericanos (celebrar la Exposición Universal de Londres corriendo una regata alrededor de la isla) se transformaría en la obsesión de gobiernos, multimillonarios y, también, de deportistas genuinos. El inesperado triunfo del América sobre los mejores veleros ingleses inauguró una leyenda: un desafío entre países por llevarse el trofeo, la Jarra de las Cien Guineas, donde el ganador pone las reglas para la siguiente regata, determina el lugar y el tipo de veleros que se usarán para competir y, sobre todo,  acepta solo a un retador.


Desde aquel 22 de agosto de 1851 en que la reina Victoria preguntó quién había queda detrás del triunfador América y le respondieron “No hay segundos, su majestad”, la America´s Cup se transformó en una competencia totalmente asociada al orgullo de las naciones, disparó cientos de historias de espías y diplomáticos peleando en las cortes para establecer las reglas de la siguiente competición y transformó el diseño y la construcción de cada velero de America´s Cup en una ciencia y un arte incomparables. Hoy, ahora, la edición 2024 de la America´s Cup se corre en Barcelona con veleros que no tocan el agua, vuelan. Vuelan, aunque mantengan sus velas, el timón, el casco y el mástil como estandartes de lo que un barco siempre fue.


Como las reglas de cada America´s Cup las pone el último ganador, el que será el “defender” de la Jarra de las Cien Guineas ante aquel país que resulte ganador de las regatas previas a la copa, las carreras de las que surge el desafiante, el “challenger”, la edición actual en Barcelona se corre con barcos diseñados por los campeones, el Emirates Team New Zealand. Y como los “kiwis” saben más de veleros y de mar que de cualquier otra cosa, diseñaron un velero de 75 pies, el AC75, que transforma la fuerza del viento en energía capaz de levantar del agua las ocho toneladas que pesa el barco y volar sobre las olas a casi 100 kilómetros de velocidad, aunque el viento en Catalunya no sople a más de 15 o 20 kilómetros por hora cuando se corren las regatas.


Fotos: America´s Cup


El campeonato previo a la America´s Cup, (Louis Vuitton Cup), se corre estas semanas en un formato de doble todos contra todos, semifinales y final de la que surgirá el retador del equipo de Nueva Zelanda.


Italianos (Luna Rossa Prada Pirelli), ingleses (Ineos Britannia), norteamericanos (American Magic), suizos (Alinghi Red Bull) y franceses (Orient Express) se enfrentan en una cancha de regatas de no más de 4.000 metros de largo y, cada tarde, compiten de dos en dos (match race) volando en contra y a favor del viento. Uno de los cinco este fin de semana se volverá a casa, mientras los cuatro restantes se enfrenten en semifinales en las que los dos equipos que primero ganen cinco regatas pasarán a la final. Y en esa final, del 26 de septiembre al 7 de octubre, el primero que gane siete carreras ganará la Louis Vuitton Cup, pero sobre todo ganará el título de Challenger, el paso más importante de cualquier equipo de vela del planeta en la lucha por ganar la Jarra de las Cien Guineas, la America´s Cup.


Italia, con su bellísimo Luna Rossa, corre por ahora con un poco de ventaja y puede, por segunda vez, ser el desafiante del equipo que corre con el caballo del comisario, Nueva Zelanda, el actual campeón, el equipo que por haber diseñado el modelo actual de los barcos en competencia tiene siempre una ventaja adicional sobre el resto. Pero falta mucho. Las regatas se han corrido hasta ahora con vientos muy suaves, bajo tormentas eléctricas que obligaron a refugiarse en puerto porque los barcos de carbono son auténticos pararrayos y siempre al límite entre volar y estrellar el barco contra el agua. Son veleros en los que el “control de vuelo” es tan importante como la estrategia de regatas muy cortas, de 20 a 25 minutos. Son regatas que, a medida que se acercan las semifinales de la Louis Vuitton Cup, menos margen dejan a los equipos para especular, aún cuando haya que cuidar los barcos para no romper nada antes de la instancia definitiva, la final de la copa de la que surge el Challenger.


El New York Yacht Club tuvo en sus vitrinas la Jarra durante 132 años ininterrumpidos, desde 1851 hasta 1983, cuando Australia se llevó el trofeo y hasta el presidente Ronald Reagan asumió el peso moral de aquella derrota. La obsesión por la Jarra de las Cien Guineas desató competencias cada vez más crueles, millonarias y despiadadas entre países, clubes y equipos de regatas. Suiza, por ejemplo, un país sin mar, no tuvo empacho en comprarse al equipo entero de neozelandeses que habían ganado las America´s Cup en 1995 y 2000 para armar por primera vez el Alinghi Team y derrotar a los kiwis en su propia casa, en Auckland en 2003, para llevarse la Jarra a los Alpes.


Y aunque esta vez, en Barcelona, los equipos se muestran más civilizados y la competencia es puro deporte, las reglas han tenido que incluir hasta instrucciones para espiar al resto de los competidores: cuando cada equipo regresa a su base pueden verse a “espías legales” fotografiando la salida del agua de los distintos barcos. Esas fotografías luego serán analizadas por los ingenieros de cada equipo, intentando detectar mínimos cambios en los diseños de los foils (especies de alas en las que el velero se apoya para despegar el casco del agua), el timón o las velas. Los equipos saben que cambios de milímetros en los diseños significan más velocidad y cada regata se gana por cinco o diez segundos.


La Jarra de las Cien Guineas está en juego y nada puede impedir que el espectáculo náutico más increíble del planeta reine por los próximos dos meses en Catalunya.


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